Luego de un mes que casi se podría tildar de “histórico” para Internet, a partir del rechazo de Europa al ACTA, y la resolución de la ONU a favor de la libertad de expresión la Red, México decide darnos una bofetada firmando y por ende adhiriendo al polémico “acuerdo internacional contra la falsificación y la piratería“, mejor conocido como ACTA.
El encargado de suscribir el acuerdo fue el embajador de México en Japón (país donde reside el acuerdo), y el anuncio vino de la mano del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), que festejó la decisión declarando que “ACTA pretende una mejor protección internacional de los derechos de propiedad intelectual de los mexicanos, atraer nuevas inversiones, asegurar las fuentes de trabajo ya existentes e incrementar la creación de empleos formales, así como fomentar la creatividad, la innovación y la competitividad de nuestras empresas”.
Esto por supuesto generó una dura reacción no sólo de Mexicanos, sino de usuarios de todo el mundo, que volcaron su sorpresa y rechazo en las redes sociales, principalmente a través de Twitter y el hashtag #ACTA.
Recordemos que este acuerdo no es rechazado simplemente por atacar a la piratería (práctica que no defendemos… no hay que mezclar los tantos). El problema con ACTA es que su redacción deja dudas por todos lados en relación a su efectividad, y genera la sensación de que, según la interpretación que se le dé, podría ser usado más para controlar nuestras opiniones que para combatir la copia ilegal.
Si no fuera así, el IMPI no se hubiera molestado en aclarar que “La aplicación del ACTA no generará un ambiente de vigilancia o monitoreo a las actividades que se realizan cotidianamente en plataformas como Internet, ni para revisar o incautar equipos de cómputo ni reproductores personales de audio o video“. Una aclaración innecesaria si el acuerdo fuera tan sólido como aseguran.
Desde México muchos aseguran que la firma de este acuerdo es en realidad una “cortina de humo” para distraer la atención de un agitado panorama político. Por otro lado, otros esperan que la firma “rebote” en el senado (quien debe ratificarla), ya que anteriormente se habían manifestado en contra de ACTA. De no ser así, esta firma le estaría dando a ACTA una importante “bocanada de aire” para mantenerlo activo y latente.