La Casa Blanca tiene agendada una importante reunión con los líderes de OpeanAI, Microsoft y Google, para hablar sobre el futuro de la inteligencia artificial. Solo para que la consigna quedara clara antes de que este evento se produjera, ha señalado que las empresas tienen una responsabilidad fundamental de estar seguras de que sus productos son seguros antes de ofrecerlos al público.
En teoría este objetivo es lógico y natural. Nadie esperaría menos de la fabricación de un vehículo o la elaboración de un medicamento o alimento. También cabe notar que este parámetro era parte de las políticas internas de Google, al menos hasta hace unos meses. En la práctica la carrera de las IA ha comenzado y la prudencia solo supone ir más lento que la competencia.
Buscando el camino correcto
Estados Unidos ha decidido invertir unos USD 140 millones en 7 institutos de investigación dedicados a las IA. El objetivo es desarrollar mejoras que ofrezcan beneficios públicos y aporten a la seguridad y confiabilidad de la tecnología.
Este esfuerzo se ha visto acompañado por la aceptación de varias compañías de importancia en la industria, incluidas las mencionadas previamente, para que sus sistemas sean evaluados en el evento Defon 31 de ciberseguridad.
Clima de diálogo
La postura del gobierno estadounidense respecto de las IA es en parte similar a la que tiene con las criptomonedas. Se reconoce la importancia de la industria, pero al mismo tiempo se apunta a la necesidad de establecer mecanismos de control y objetivos claros.
Pero a diferencia de lo que ocurre con las criptomonedas, las IA son vistas como capaces de producir verdaderos beneficios para la sociedad. La relación con las empresas de la industria también parece ser notablemente más cordial y con un diálogo fluido.