Pasamos cada vez más tiempo en la esfera digital. Entre otras cosas, eso quiere decir que dejamos todo tipo de huellas sobre nuestras actividades en línea: desde comentarios en redes sociales y vídeos que compartimos, hasta clicks sobre productos que nos interesan y decenas –o cientos– de páginas que visitamos con frecuencias variables.
Considerando la actual cantidad de internautas y el tiempo que pasan conectados, no es sorprendente que se denomine “big data” al cúmulo de datos que se va produciendo día a día a partir de esta interacción. Más aún si tenemos en cuenta que, según IBM, el 90% de esa enorme cantidad de información se generó sólo en los últimos 2 años.
Los expertos hablan de “las 3 v” que caracterizan al fenómeno: el volumen, la variedad y la velocidad son los rasgos centrales de esta masa de datos digitales cuyo valor económico no para de crecer. Es una especie de nuevo “oro” para algunos economistas, y despierta tanto entusiasmo que incluso un artículo de The Atlantic comparó su irrupción con la invención del microscopio.
Pero aunque las potencialidades del “big data” parecen infinitas, no es menos cierto que su utilidad depende, cada vez más, de quiénes y cómo procesen esos vastos volúmenes de información. El instituto McKinsey anticipa que los recursos de este sector se multiplicarán durante los próximos años, y estima que para 2018 cerca de 200 mil personas trabajarán directamente en el análisis de datos sólo en Estados Unidos, y casi 1.5 millones los utilizarán para tomar decisiones corporativas.
Otras regiones como América Latina también acompañan la tendencia: impulsado por el vertiginoso crecimiento de las redes sociales (y la gran cantidad de información que con ellas se genera), el mercado del “big data” se muestra en ascenso.
Claves e interrogantes
La eficacia del “big data” es directamente proporcional al análisis que se haga de la información en cuestión y, en tanto esa lectura permita tomar decisiones estratégicas, su utilidad quedará fuera de discusión. Veamos algunas áreas críticas dónde el “big data” puede constituir una ventaja comparativa:
- Fidelización y retención de clientes: un adecuado análisis de los datos permite brindar experiencias de compra personalizadas y altos niveles de retención de clientes. Este año, los principales actores del comercio electrónico en EE.UU, como eBay y Wal-Mart, han intensificado el uso del “big data” con estos propósitos.
- Nuevos productos y servicios: al construir modelos de clientes sobre el cruce de patrones de conducta online, las compañías están logrando anticiparse a las necesidades de los consumidores. En el sector financiero, por ejemplo, las grandes compañías globales se sirven del “big data” para crear productos que resulten atractivos para sus clientes y simultáneamente compatibles con las leyes de los países en los que operan.
- Pronósticos y previsiones: en la medida que las transacciones comerciales también se han digitalizado, las compañías están recurriendo al “big data” para realizar proyecciones sobre su propio desempeño financiero en virtud de las variables del mercado. Optimización de la producción y la distribución: las herramientas de análisis de datos también pueden funcionar de manera óptima al integrarse con sistemas de logística. En efecto, algunas compañías manufactureras están utilizando el “big data” para, por ejemplo, descubrir conexiones entre un método de producción determinado y el tipo de embalaje más conveniente según las formas de distribución.
Lo que los CEOs quieren saber
Las bondades de este nuevo activo digital resultan cada vez más evidentes en un mundo hiperconectado dónde la información crece desmesuradamente y se requieren herramientas sofisticadas para procesarla.
A pesar de ello, muchos líderes de negocio se mantienen algo escépticos sobre su efectiva aplicación en las empresas que dirigen. Esta actitud es ciertamente comprensible puesto que, tal como aseguró el experto Gary Read en Forbes, el “big data” aún está “en su primera infancia”.
Sin embargo, lo que los CEO quieren –y deben– saber hoy sobre “big data” puede sintetizarse en los siguientes tres puntos: 1) para que el “big data” pueda incidir positivamente en la competitividad de su compañía se debe tener bien claro cuál es el objetivo del análisis, 2) su estudio se puede contratar en modalidades varias, incluyendo el modelo de SaaS (software como servicio) y 3) los recursos humanos y tecnológicos para trabajar con datos desestructurados son relativamente costosos aún.
Más allá de estas consideraciones, es innegable que asistimos a la consolidación de un recurso clave para el futuro cercano. En consecuencia, las empresas que sepan cómo adaptarlo a sus objetivos obtendrán ventajas considerables sobre sus competidores.
(*) Por: Alex Konanykhin, CEO de TransparentBusiness.com