Brasil ha decidido prohibir el uso de los smartphones en las escuelas. La medida comenzará a aplicarse en febrero. Existen, por supuesto excepciones. Los teléfonos pueden emplearse en caso de emergencias, con propósitos educativos e incluso por cuestiones de accesibilidad para paliar discapacidades.
Grandes aficionados
Según datos de la fundación Getulio Vargas, Brasil tiene una población de 203 millones de personas y unos 258 millones de dispositivos móviles. Siendo justos es muy probable que encontremos proporciones similares en muchos otros países. Algo más alarmante es la estimación de que en promedio los brasileños pasan 9 horas y 13 minutos frente a las pantallas cada día.
El ministro de educación, Camilo Santana, señaló que los niños entran a Internet cada vez más temprano en sus vidas y eso hace difícil para los padres mantener un seguimiento sobre lo que hacen y restringir el uso de los smartphones puede ayudarlos.
Por su parte, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva señaló que no se podía permitir que el humanismo fuera reemplazado por los algoritmos. Y que la ley reconocía el esfuerzo de cada persona en la educación y el cuidado de los niños y los adolescentes.
Apoyo general
La ley consiguió el apoyo de los rivales del primer mandatario. La prohibición tiene, según encuestas realizadas en 2024, un respaldo del 66% de los brasileños. El 75% cree que los dispositivos les hacen más mal que bien a sus hijos. Ya en 2023 la mayoría de las escuelas de Brasil habían impuesto restricciones para los teléfonos. Y un 28% los habían prohibido.
Aún entre los jóvenes de Brasil existe consciencia de que los teléfonos pueden ser un problema. Sin embargo también se resalta que hay otros problemas importantes, como el acoso o el bullying, que deberían resolverse si se quiere que los estudiantes puedan concentrarse en sus estudios.