Muchas de las empresas tecnológicas más importantes dependen de los datos de sus usuarios para sostener sus negocios. Durante los últimos años esto ha supuesto un conflicto cada vez mayor con los reguladores de varios países. En particular los de la Unión Europea. El motivo es por un lado la necesidad de preservar la privacidad de los ciudadanos. Pero también es inevitable sospechar que a muchos países les molesta que las compañías extranjeras (de Estados Unidos principalmente) hagan enormes negocios con sus mercados a veces sin pagar todo lo que creen deberían.
Ahora le ha tocado el turno a Canadá de poner algunas condiciones. El gobierno ha autorizado la implementación de un impuesto a los servicios digitales. Una imposición del 3% sobre los ingresos generados por servicios provistos a ciudadanos canadienses o por la venta de datos de estos usuarios.
Lo que es quizás aún más polémico es que la medida es retroactiva a las ventas producidas desde 2022.
Posibles represalias
El impuesto podría desatar un pequeño conflicto comercial con Estados Unidos. Representantes del vecino del sur han señalado que el impacto en las empresas podría ser significativo. También argumentan que va contra los acuerdos de comercio que se establecieron entre México, Estados Unidos y Canadá.
Estados Unidos podría efectuar sus propias medidas en contra de empresas canadienses.
Unos buenos ingresos extras
Sin embargo, por el momento Canadá tiene el ojo en el dinero. Según han calculado miembros del gobierno, el impuesto podría generar ingresos durante 2024 cercanos al equivalente de unos USD 1700 millones.
