No todas las empresas han adoptado a las IA con el mismo entusiasmo, para algunas su funcionamiento es problemático porque va contra el mensaje que las une con sus clientes. Tal es el caso de Dove, la compañía dedicada a la elaboración de productos de higiene y cuidado personal. El problema es que las imágenes producidas por los modelos de inteligencia artificial no son compatibles con la campaña de cuerpos reales que la compañía mantiene desde hace ya un par de décadas. En un caso se producen imágenes idealizadas con parámetros de belleza bastante limitados y en otro se intenta asociar la belleza a un espectro amplio de características corporales.
Toma de posición
Dove ha creado una página en la que clarifica su posición sobre la generación de imágenes mediante inteligencia artificial. La compañía advierte que dado su compromiso para una representación diversa de la belleza, la pregunta sobre como se codifica la imagen de la belleza verdadera no es fácil. Apunta que 1 de cada 3 mujeres se siente presionada por las imágenes en Internet, aún cuando son falsas. Dove se ha comprometido a nunca utilizar una IA para crear o distorsionar la imagen de una mujer.
Pero obviamente las IA existen, esto no puede negarse. Por dicha razón la empresa ha anunciado su intención de influir en la definición de belleza que utilizarán las IA en el futuro junto a sus clientes. A tal efecto ha lanzado una campaña, The Code, con un manual de consignas para obtener imágenes de una belleza real.
Un par de cuestiones interesantes
No es nuestra intención regalar elogios a ninguna empresa. La posición de Dove parece legítima y coherente con su historia. Quizás sus soluciones sean algo inocentes y más una postura que una receta efectiva. Dove explica con acierto que las IA no imaginan la belleza, simplemente reflejan aquello a lo que los seres humanos comúnmente se refieren como algo bello. Esto es cierto, los modelos no nos dicen lo que creen que es verdad, nos dicen lo que creen que nosotros creemos que es verdad.
La idea de fomentar una mayor diversidad en el concepto de belleza es noble. Pero lamentablemente es contraria al modo en que los modelos funcionan. El aprendizaje a través del reconocimiento de patrones implica por definición una simplificación, una reducción de las posibles características de una imagen. Lo peor es que se alimenta a si mismo y en cada iteración simplifica más. Si nos fijamos en alguno de los reservorios de imágenes creadas por IA vamos a ver que unas pocas narices, orejas, ojos y formas de la cara se repiten una y otra vez.
La idea de Dove es, básicamente, utilizar consignas con mayor nivel de detalle para evitar los resultados generales. La sistematización que hace de la sintaxis es interesante. Es una buena solución para los usuarios de las IA, pero no soluciona el funcionamiento de las IA.
También es cierto que desde siempre los modelos de belleza han sido una simplificación. Las IA solo lo han hecho algo más evidente. Y tal vez algo más peligrosos.