El domingo la ciudad china de Shenzhen quedó bajo una estricta cuarentena de una semana. La medida tiene como objetivo controlar un reciente brote de casos de covid-19. En total unas 17,5 millones de personas han sido afectadas por esta medida. Salvo los empleados de servicios esenciales, los residentes deberán trabajar desde sus casas. Por supuesto, en los casos en los que esto sea posible.
Durante la cuarentena los residentes de Shenzhen deberán participar en tres rondas de testeos.
Lo más significativo de la medida es que Shenzhen es un importante centro para la industria tecnológica, así como un punto vital dentro de la cadena de varias otras industrias.
El impacto del cese de actividades es difícil de calcular. En Shenzhen se encuentran empresas tales como Huawei y Tencent. Foxconn, una de las fabricantes de chips más importantes del mundo ha tenido que cerrar dos de sus fábricas.
Muchas de las compañías del sector acumulan retrasos de un año en sus entregas.
Una política estricta
La cantidad de casos reportados en la ciudad no es en realidad muy grande, poco más de 1000 según cifras oficiales. Sin embargo China tiene una política de control muy estricta que la gran mayoría de los países ha descartado en parte gracias al efecto positivo de las vacunas, cierta inmunidad natural producida en el tiempo y la necesidad de reactivar las economías.
Shenzhen se ubica a unos 27 kilómetros de Hong Kong, ciudad que ha experimentado un importante crecimiento en el número de infectados. Algunos residentes de Shenzhen han culpado a Hong Kong por el rebrote local.
