Ayia Napa es una ciudad en el sur de la isla de Chipre. Allí se está realizando una prueba piloto muy interesante que tiene como objetivo fomentar el desarrollo de la vida marina en regiones donde normalmente no hay mucha población.
Arrecifes por impresión
Una de las técnicas que a menudo se utilizan para conseguir este efecto es el hundimiento de vieja embarcaciones. Esto ocurre porque las ruinas de las naves terminan funcionando de una forma similar a los arrecifes naturales y ofrecen refugio a muchas especies. Un efecto dominó produce el enriquecimiento de la zona.
El proyecto Eonios intenta producir varios arrecifes artificiales a 20 metros de profundidad, donde todavía llega la luz del sol. Los elementos de estas formaciones serán especialmente diseñados y creados con técnicas de impresión 3D. El material elegido es un mezcla de cemento especialmente pensada para no tener un impacto negativo en el ambiente.
Drones como guardianes
El detalle más destacable de este proyecto es que los arrecifes tendrán vehículos autónomos con sensores y cámaras de alta definición. La información que recopilen les permitirá a los científicos verificar la efectividad de las construcciones.
Los arrecifes impresos tendrán un área para que los drones estacionen y recarguen sus baterías. Allí también transmitirán sus datos. Por supuesto, los drones necesitarán mantenimiento cada cierto tiempo. Pero pueden pasar hasta un mes en servicio antes de que esto suceda.
Además de suministrar información valiosa, los drones actuarán como guardianes de los arrecifes alertando a las autoridades cuando se produzcan problemas o haya, por ejemplo, pesca ilegal.
Los desarrolladores detrás de este proyecto esperan que 6 minidrones puedan hacer el trabajo. Los modelos empleados, los Arkeocean pueden llevar una carga útil de 5 kilos y operar a profundidades de hasta 300 metros. Sus impulsores son muy silenciosos.