Durante la noche de Halloween de 2012 Becki Beckmann perdió su iPhone. Aunque los buscó una y otra vez no pudo encontrarlo. Por un buen tiempo el destino del dispositivo fue un misterio, pero recientemente se ha revelado lo ocurrido ese día.
Becki notó hace unos días que el inodoro de su casa en Maryland, Estados Unidos, hacía un extraño ruido al activar el mecanismo que baja el agua del depósito. Según explicó al principio creyó que la culpa era del baño, porque era bastante viejo.
Su esposo decidió arreglar el inodoro por su cuenta. Luego de un poco de esfuerzo con un destapador apareció en las aguas el iPhone perdido.
El estado del smartphone luego de unos 10 años en las tuberías estaba lejos de ser el mejor. Sin embargo la pantalla se había mantenido en condiciones aceptables.
Estadísticamente muy probable
La historia de Becki resulta algo fantástica. O bien las tuberías del inodoro se mantuvieron libres de obstrucciones durante 10 años o el iPhone permaneció bien atascado todo ese tiempo y luego se liberó, casi por capricho. Sin embargo, tan cómico como suena, el baño es uno de los lugares de mayor riesgo para este tipo de dispositivo.
En una encuesta realizada en 2018 en los Estados Unidos la caída de un smartphones al inodoro apareció como un accidente que le había ocurrido al 26% de los usuarios. Mucho más común que la caída desde un bolso, con un 22%.
Si te estás preguntando como puede ocurrir esto, en una gran cantidad de casos tiene que ver con el hecho de que los usuarios guardan el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y al prepararse para realizar cierta tarea el ingenio se encuentra en un espacio más suelto y en movimiento.
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