Escribo esta editorial el Día de San Valentín, mientras me llueven gacetillas de prensa difundiendo sitios y apps de citas online. Hace 5 años, cuando conté mi experiencia personal en esta misma página, recibí decenas de acusaciones de loser, antisocial y nerd. Hoy el panorama es diferente, según la consultora Competitive Intelligence Unit, una de cada 3 parejas que se casaron en 2013 se conocieron online.
Por otro lado, los sistemas de citas se están renovando, gracias a los smartphones y las redes sociales. Tinder, una de las apps más comentadas en estos días, apuesta por el amor geolocalizado: utiliza el GPS de nuestro smartphone para mostrarnos las potenciales parejas que hay cerca nuestro, podemos seleccionar un radio de entre 1 y 100 km (¡Bien! ¡Basta de gastar fortunas en combustible con parejas lejanas!). Tinder es decepcionantemente simple: nos muestra fotos una tras otra (tomadas del Facebook de la persona) y debemos decir si nos gusta o no. Si hay coincidencia, se abre una ventana de chat, si no la hay, nadie se entera y ningún ego herido. A mi gusto demasiado simple, Tinder sólo funciona para caras bonitas, ya que no hay perfiles detallados donde los remadores podamos conquistar con la palabra.
El negocio de las citas online explota: Match.com, uno de los sitios más consolidados, declaró en su último reporte 2,8 millones de usuarios pagos, con suscripciones de entre 17 y 35 dólares por mes, hagan las cuentas. La oferta de sitios es interminable, mientras escribo me llega el último lanzamiento, adoptaunchico.com.ar, muy original: planteado como una tienda online donde las mujeres agregan a sus carritos los hombres que les gustan.
Las decisiones claves de nuestra vida: qué estudiar, dónde vivir, qué trabajo tendremos, las tomamos cuidadosamente, luego de informarnos y evaluar muchas posibilidades. Pero la más importante de todas, el amor de nuestra vida, hasta hace poco lo elegíamos dependiendo totalmente del azar, entre muy pocas opciones. Hoy podemos buscar nuestra pareja de manera mucho más racional: seleccionando entre un amplio universo los atributos que buscamos en la otra persona. Según la estadística mencionada, las parejas que se conocen personalmente tardan en promedio 42 meses en casarse, mientras que las que se conocen online demoran 18 meses. ¿Cupido está por fin mejorando la puntería?
Miguel Lederkremer
Director Editorial
Revista USERS
Editorial publicada en revista USERS 275 – Marzo 2014