El Arsat-1 es sin duda una importante aventura tecnológica para la Argentina, dejando de lado algunas discusiones sobre su construcción y el modo en que se publicitó el evento. Luego de un lanzamiento exitoso el satélite vive momentos cruciales para su destino, y de lo que ocurra en las próximas horas dependerá si alcanza a ubicarse en una órbita geoestacionaria. El jueves el ingenio logró separarse del cohete que lo llevó al espacio, el Ariana 5, luego se movió a una órbita transitoria de forma elíptica. Ahora se trabaja en ajustar la órbita para alcanzar los 36 mil kilómetros de distancia. Una vez que se consiga este objetivo se pasará al despliegue de los paneles solares.
Los movimientos fueron seguidos por los técnicos de Invap, desde la estación terrena del Arsat en Benavidez. La dificultad de estos momentos radica en el hecho de que el funcionamiento de los sistemas de propulsión empleados no puede probarse en tierra. Entre cada maniobra se realizan cálculos para detectar la necesidad de correcciones. Por esta razón se ha observado un día de pausa entre cada movimiento. Este lunes y el miércoles volverán a efectuarse maniobras. Hasta el momento todo parece marchar como era previsto.
La idea del Arsat es proporcionar al país un tráfico de datos de servicios de Internet, telefonía y televisión que hasta ahora solo se conseguían por el alquiler de satélites. El periodo de pruebas anterior a la puesta en funcionamiento del satélite podría ser de un mes a un mes y medio. Tras dicho periodo, el satélite ofrecerá una vida útil de 15 años.
El diseño del satélite había comenzado hace 7 años. Lo dicho implica un proyecto de más de dos décadas cuyo destino depende del éxito de cada maniobra.
Fuentes: Perfil