“Hoy, el corazón del CERN vuelve a latir al ritmo del LHC”, celebró Rolf Heuer, director general de la Organización Europea para la Investigación Nuclear. La referencia es para el mayor y más reconocido acelerador de partículas, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC son sus siglas en idioma inglés) el cual ha vuelto a operar tras dos años de tareas de mantenimiento que ha servido para reparar fallas, modernizar tecnología y apuntar a una maximización de la energía del mismo.
Según señalaron los responsables del CERN, esta nueva fase de exploración permitirá adentrarse en territorios ignotos de la física, con una duplicación en la potencia que promete alcanzar descubrimientos propios de la ciencia ficción. Al respecto, Frédérick Bordy, uno de los investigadores involucrados en el desempeño del LHC, dijo: “La etapa más importante está ante nosotros, cuando llevemos la potencia de los haces a niveles récord”.
Este acelerador de partículas está situado a unos 100 metros bajo tierra cerca de Ginebra, Suiza. Cuenta con un túnel en forma de anillo con una extensión de 27 kilómetros y en su historial permitió confirmar la existencia del Bosón de Higgs, conocido como la “partícula de Dios” (componente clave de la estructura fundamental de la materia), trabajo por el cual los científicos del CERN recibieron en 2012 el Premio Nobel de Física.