La Autoridad Europea de Valores y Mercado ha establecido una serie de normas para el uso de las inteligencia artificial por parte de los bancos y las entidades financieras de la unión continental. La entidad ha remarcado que el uso de tales herramientas no reduce las responsabilidad ni las obligaciones legales para proteger a los clientes por parte de las salas de consejo.
Las decisiones importantes siguen estando a cargo de los cuerpos ejecutivos, sin importar si esas decisiones fueron tomadas por personas o en base a los resultados de una IA.
“Central al uso de una IA en los servicios de inversiones está el compromiso ineludible de actuar en el mejor interés del cliente, un requisito global que se aplica sin importar la herramienta que la firma decida adoptar para proveer sus servicios”.
Automatización, objetividad y excusas
La aclaración es necesaria dado que el uso de las IA podría ser utilizado como una excusa. Quienes prestan un servicio financiero podrían señalar que sus acciones fueron el resultado del mejor consejo provisto por la inteligencia artificial más potente del momento. Y apuntar que por tal razón era la mejor opción disponible (y por tanto en el mejor interés de sus clientes)
La idea supone que la automatización implica un nivel de objetividad absoluto. Pero esto no es cierto, las IA se construyen con criterios suministrados por los seres humanos. Aún cuando muchas veces evolucionan más allá de la comprensión de sus creadores.
Conocer es poder
La advertencia de los funcionarios se aplica a las herramientas propias, a las adoptadas y al uso de herramientas de terceros. Se apunta que las salas de consejo deben tener un entendimiento adecuado de como estas IA se aplican y usan dentro de la organización y deben establecer mecanismos de supervisión apropiados.
Notablemente las declaraciones son también una muestra de apoyo al uso de la herramienta. Como hemos visto, las IA pueden ser mejores que los analistas financieros humanos.
