Las extorsiones basadas en la posesión de material de índole sexual han sido un problema durante años. En algunos casos los criminales poseen el material (por lo general una fotografía o un video) de la víctima, sin embargo, también puede ocurrir que no lo tengan y apuesten a asustar a su objetivo. Como el lector se imaginará, si ese material no existe es difícil engañar a alguien diciéndole que lo has conseguido.
Impulso tecnológico
La tecnología ha hecho que este delito sea más sencillo. Todo lo que está en formato digital es más fácil de robar o reproducir. En muchos casos sin la necesidad de grandes habilidades técnicas.
Durante los últimos años la situación ha empeorado.
Recientemente el FBI ha advertido sobre un aumento en el uso de material alterado en los delitos de extorsión con contenido sexual. Los archivos producidos de esta manera a menudo son publicados en redes sociales o sitios de pornografía como una forma de acosar y presionar a las víctimas.
Por lo general, los criminales suelen exigir dinero, o bien el envío de material de índole sexual. En el caso del envío del material, solo sirve para que sea utilizado en nuevas instancias de extorsión.
Los deepfakes
Los deepfake no son una novedad, pero con los sistemas de inteligencia artificial y otras técnicas que han surgido se han vuelto cada vez más convincentes.
La gran mayoría de las empresas dedicadas al desarrollo de estas herramientas implementan medidas de seguridad para evitar que sean utilizadas para producir cierto tipo de contenido. Sin embargo existen formas de evitar estas defensas y también opciones de comerciales, legales o no, que no tienen tales restricciones.
Así pues, cualquiera que tenga una foto o un video online puede ser víctima de una extorsión. En muchos casos los afectados son menores. Quienes pueden recibir el material adulterado directamente y reaccionar contra sus propios mejores intereses.
