En la película Superman de 1978, Superman tiene una base en el Ártico conocida como la fortaleza de la soledad. Este sitio fue introducido en el comic en 1958 y ha cambiado con el paso de los años y los autores.
Una de las características más distintivas de la fortaleza es que, al menos en la película, utiliza una tecnología basada en formaciones de cristales.
Clark Kent introduce un fragmento en lo que parece ser una unidad de procesamiento y un holograma guiado por una inteligencia artificial basada en la personalidad de su padre hace su aparición.
El proyecto
Es posible que estemos todavía muy lejos de dicha escena, pero un poco menos gracias al proyecto Silica.
Esta iniciativa de Microsoft tiene como objetivo explorar las posibilidades para el almacenamiento de datos que brindan los cristales de cuarzo. El proyecto es una respuesta a las demandas crecientes de almacenamiento de datos.
En la solución se ha combinado la tecnología de láseres ópticos ultra rápidos y la inteligencia artificial.
La ventaja del vidrio de silicio, además de su capacidad, es que es resistente a muchos factores ambientales, tales como el agua o las altas temperaturas. Se han hecho pruebas exponiendo los cristales a temperaturas mayores a los 500°, frotado la superficie con lana de acero y luego descubierto que los datos seguían siendo accesibles.
El principal campo de aplicación son los datos fríos, información valiosa que no se consulta frecuentemente, y el almacenamiento a largo plazo.
Actualmente, empresas como Warner Bros, deben migrar sus archivos digitales cada tres años para adelantarse a cualquier problema de deterioro. Este nuevo sistema de almacenaje podría preservar los datos de forma segura durante siglos.
La prueba
Un primer ejemplo de lo que puede conseguirse con esta nueva tecnología ha sido el almacenado de la película Superman dentro de un cuadrado de vidrio de dos milímetros de espesor. Lo que sin dudas es un justo homenaje.
Funcionamiento
La información se guarda alterando físicamente las unidades. Los láseres infrarojos crean voxels, que son representaciones tridimensionales de los píxeles que forman las imágenes. Una pieza de dos milimetros de espesor puede contener más de 100 capas de vóxels.
La codificación de los datos depende de la fuerza y orientación de cada pulso del láser al grabar el vidrio.
Los datos son leídos a través de los algoritmos de aprendizaje automático. Estos algoritmos también son capaces de acceder a cualquier punto del cuadrado para recuperar la información rápidamente.