El sábado 8 de marzo RedUSERS estuvo presente en la avant premiere de “Need for Speed: La película” (el título original es solo “Need for Speed”) que se realizó en Hoyts Abasto.
Es indudable que la relación entre el cine y los videojuegos todavía sigue siendo mala. Ni bien uno se entera de que un juego es adaptado al cine, es inevitable que nos corra un frío por la espalda pensando en las atrocidades que pueden hacer con nuestros personajes e historias favoritas para tratar de llegar a la mayor cantidad de público posible.
Cuando me enteré que “Need for Speed” estaba siendo filmada no pude evitar sentir lo mismo y a la misma vez agregar las preguntas: “¿para qué?” y “¿por qué?”. Con esta sensación, me senté en mi butaca cuando asistí al pre estreno. Debo aclarar algo antes de continuar: la proyección de la película se hizo con doblaje latino neutro, por lo que siendo yo un purista del lenguaje original siento que vi la mitad del filme, ya que la otra mitad para mí la conforman los diálogos originales, con la entonación y el carácter que el director y los actores le pusieron originalmente.
En “NFS” conocemos la historia de Tobey Marshall (interpretado por Aaron Paul, famoso por su personaje “Jesse Pinkman” en “Breaking bad”), un corredor de carreras y mecánico, que tras la muerte de un amigo en un accidente automovilístico es encarcelado por 2 años por haber sido declarado culpable de la desgracia, la cual en realidad fue culpa de un ex socio de el, que al poseer mucho dinero logró modificar las pruebas en su contra.
Al salir de prisión Marshall intenta recuperar su honor buscando venganza contra su ex socio por lo que decide cruzar Estados Unidos manejando un Ford Mustang modificado, y a la misma vez llegar a competir en una carrera famosa que le daría un buen dinero para reconstruir su taller mecánico, el cual fue cerrado tras su condena.
Tras este argumento genérico nos encontramos con una película que, tras quince minutos, nos damos cuenta de que en un año la estará pasando Telefé un domingo a las cuatro de la tarde, luego de la octogésima repetición de un capítulo de los Simpsons. Estamos frente a un largometraje cuyo problema es no saber bien a qué publico dirigirse: los fanáticos de los videojuegos de NFS apenas encontrarán referencias de los mismos, los fanáticos de los autos verán apenas un par de autos deportivos (muy lejos del festín visual de autos “tuneados” y repletos de neones y tecnología, rodeados de chicas voluptuosas típicas de la franquicia “Fast and Furious”) y sólo un par de persecuciones sin demasiadas sorpresas, mientras que la tosca historia de amor entre el protagonista y su chica acompañante es aburrida y previsible.
Si bien el director Scott Waugh decidió que las persecuciones y las acrobacias de conducción sean todas reales, sin ningún tipo de ayuda de gráficos de computadora, esto hace que la película carezca del brillo necesario que el género demanda. Las pocas persecuciones y carreras a las que asistimos sufren del síndrome de “cámara temblorosa” que tanto afecta a muchas producciones hollywoodenses de los últimos tiempos, ya que en pos de buscar referencias para los jugadores, muchas veces la cámara se pone dentro de la cabina de los autos pero la imagen se mueve tanto que apenas lograremos distinguir qué es lo que está pasando.
Si a esto le unimos situaciones forzosas e inexplicables (como cargar nafta desde un vehículo en movimiento a otro también en movimiento sin que haya nadie persiguiéndolos) y otras de supuesto humor que nos harán tapar la cara de vergüenza, el resultado es un filme soso, totalmente previsible y falto de emoción.
Sin duda “NFS” está hecha con el único ánimo de seguir exprimiendo una de las franquicias que más dinero le deja al gigante EA y que logrará engañar a más de un incauto espectador, sobre todo en Estados Unidos. Pero si realmente les gustan las películas de autos y adrenalina, les recomiendo pasar de largo con esta floja producción.