Según datos oficiales en China unas 200 millones de personas están involucradas en lo que se conoce como Economía Gig. Esto supone un trabajo independiente, con contratos temporales o tareas específicas generalmente otorgados a través de una plataforma digital.
Y aunque no tener un jefe puede ser agradable, la relación con las plataformas no siempre es la ideal. El gobierno chino ha tenido que presionar a las empresas del sector para que mejoren las condiciones de trabajo. Entre las demandas figura una compensación adecuada, seguro y la corrección de los algoritmos para no alentar comportamientos peligrosos.
Mi odiado rival, el servicio de repartidores que se visten de color celeste.
Plataformas y exigencias
Las plataformas les dan cierta libertad a los trabajadores, pero también establecen exigencias que pueden cambiar sin consultar a los afectados.
En China los recorridos de entregas que antes estaban pautados para unos 40 minutos ahora tienen un tiempo máximo de 30 minutos.
Bajo los esquemas de trabajo empleados si el repartidor se demora pierde la mitad de sus ingresos. Esto resulta en muchos de ellos viajando a gran velocidad y en ocasiones salteando luces rojas y otras normas de seguridad.
La exigencia se vuelve aún más irracional cuando se considera que en el tiempo estimado se incluye la elaboración del producto, un factor que el repartidor no puede controlar.
Consecuencias
La presión sobre los trabajadores es resultado de la competencia entre las distintas plataformas. La promesa de entregas más rápidas es una forma de destacarse, pero la consecuencia ha sido un aumento en los accidentes de tráfico.
Muchos de los trabajadores del sector son inmigrantes, con pocas alternativas laborales. La presión del gobierno ha provocado varias declaraciones de las empresas involucradas, pero los cambios todavía no han llegado.
