Una de las ventajas que tiene WhatsApp respecto a otros sistemas de mensajería es su gran cantidad de usuarios, cada uno de ellos con un buen número de contactos ya incorporados. Está claro que nadie va a mudarse a otro sistema de mensajería si ninguno de sus conocidos lo utiliza, razón por la cual de no mediar mayores problemas muchos usuarios son fieles a una opción. El problema de la empresa es que gran parte de su popularidad se construyo en un tiempo en que la aplicación era de uso gratuito, y esa está llegando a su fin en momentos en que muchas otras alternativas pisan con fuerza. Se calcula que el 40% de la base de usuarios no están pagando por el servicio.
La nueva versión de WhatsApp ya está disponible para Android y viene con una innovación particularmente interesante a nivel estratégico. Los usuarios pueden pagar las subscripciones de sus familiares y amigos. El costo anual del servicio, luego del primer año gratuito, es de USD 0,99. Una suma bastante accesible y una forma en la que muchos usuarios podrían terminar colaborando con la retención de otros, menos dispuestos a soltar menos de un dólar por año. También existen alternativas para pagar por periodos de 3 y 5 años.
Facebook compró WhatsApp hace poco por la nada pequeña suma de USD 19.000 millones (Considerando la cotización de las acciones en el momento del pago). En la operación tuvo que desprenderse de una gran parte de su efectivo. No fue un esfuerzo menor, pero la compañía vio en el servicio de mensajería una clave para el futuro en el universo móvil. Mark Zuckerberg dejó en claro que su idea era respetar el modo en que la aplicación había sido pensada, incluyendo el sistema con el que se sostendrá económicamente. Contrario a las prácticas de rivales como Line, no habrá presencia de publicidad.
La idea de dejar pagar las subscripciones de otros tiene que ver con la prioridad que se le ha dado al sistema. El crecimiento es el primer objetivo.
Fuentes: Techcrunch, Vator