Linux Foundation difundió en estos días un informe donde realiza un repaso por su actividad reciente, su desarrollo y las perspectivas a futuro. De la cantidad de datos que revela el documento hay uno que llamó poderosamente la atención: Microsoft, firma históricamente contraria a la filosofía de Linux, se ha convertido en el último tiempo en uno de los principales colaboradores de la plataforma, aportando el 1% de las contribuciones para el desarrollo del Kernel del sistema.
Si bien el porcentaje no es significativo, le basta a la firma de Redmond para ubicarse entre los 20 principales contribuyentes, lista que es liderada por Redhat, que aporta el 10% al kernel de Linux. Algunas de las compañías de renombre que también integran el listado son Intel (segunda en aportes, con un 7,2%), IBM (con el 3,2%), Nokia (1,9%), Samsung (1,7%) y Google (1,5%).
Microsoft, que durante años mantuvo distancia con los movimientos de código abierto e incluso llegó a tildar de “cáncer” a Linux (una muy desafortunada expresión de su CEO Steve Ballmer), ha reconocido en los últimos tiempos la importancia de esta comunidad, contribuyendo en proyectos de alto perfil, entre los que se incluyen Hadoop y Samba.
Vale destacar que en julio de 2009, la firma de Ballmer sorprendió al mundo de la tecnología aportando 20.000 líneas de código de un controlador de dispositivos para la comunidad Linux y a partir de ahí las contribuciones no se han detenido. En julio de 2011, el desarrollador de Microsoft K.Y. Srinivasan se convirtió en uno de los principales contribuyentes de la versión 3.0 del kernel de Linux y trabajó para poner a punto los controladores de la plataforma de virtualización Microsoft Hyper-V.
En la actualidad, el Kernel de Linux se encuentra más activo que nunca, con alrededor de 1.000 desarrolladores incorporados para su desarrollo en el último año y una plataforma que ya supera las 15 millones de líneas de códigos. Cifras que Linus Torvalds difícilmente hubiera imaginado 20 años atrás.
Fuente: Wired