Jack Tramiel, figura central de en el nacimiento de las “computadoras personales” allá por los ’80, falleció el domingo a los 83 años, con un fuerte legado techie que incluye las Commodore 64 y Amiga, y Atari Corporation.
Tramiel nació en Lodz, Polonia, el 13 de diciembre de 1928 en el seno de una familia judía que en 1939 fue enviada a un campo de concentración Nazi. Tanto él como su padre fueron elegidos por el trístemente célebre doctor Joseph Mengele para experimentos médicos.
Su padre falleció a consecuencia de tales prácticas, pero Tramel fue rescatado por la 84º División de Infantería en 1945, tras el final de la Segunda Guerra Mundial; y dos años más tarde emigró hacia Estados Unidos. En 1948, se enlistó en el ejército de Estados Unidos para reparar maquinaria, entre ellas, máquinas de escribir.
Luego comenzó a trabajar como taxista y, en 1955, se instaló en Toronto, Canadá, donde creó su empresa Commodore Business Machines, dedicada a la venta de máquinas de escribir importadas desde Italia y Checoslovaquia –aunque luego comenzaría a fabricarlas–, pues la ley de Estados Unidos le impedía ingresar equipos desde Europa.
A fines de 1960 emigró al Silicon Valley, donde comenzó a fabricar calculadoras y hasta compró al fabricante MOS que le proveía componentes. Con los avances conseguidos por esta empresa, produjo en 1977 la Commodore Personal Electronic Transactor (PET) y la Commodore 64 de 1982, que es todo un emblema en la historia de la computación personal.
Un año más tarde, Tramiel fue despedido de su propia empresa por diferencias con un accionista y adquirió Atari Corporartion, que estaba devastada por la industria del videojuego de 1983. Luego vendió esa firma al fabricante de disqueteras Jugi Tandon Storage (JTS) y consiguió ser parte del consejo ejecutivo.
El domingo, Jack Tramiel falleció de causas aún desconocidas, rodeado de su mujer Helen y de sus hijos Sam, Leonard y Garry. Como recuerdo, además de todos los equipos, quedará una frase que marcará su rol de democratizador de las computadoras y que le gustaba repetir: “Le vendemos a las masas, no a las clases (altas)”.