Nokia sigue en caída libre y nada parece detenerla. Durante una década y media, fue la compañía de mayor venta de dispositivos móviles, hasta que perdió el primer puesto a manos de su archirrival Samsung. El auge de los smartphones la encontró con la guardia baja, ya que su mercado más fuerte siempre fue el de los modelos de bajo costo.
El lanzamiento del iPhone en 2007 resultó una dura bofetada no sólo para Nokia sino para todos los fabricantes de dispositivos móviles, que no se esperaban con semejante revolución. En esa época, Nokia contaba con una reserva económica de unos 10 mil millones de euros. A partir de entonces, esas reservas han ido bajando de manera preocupante, a punto tal que en los últimos cinco meses han registrado pérdidas por más de 1.6 mil millones de euros sólo durante el primer trimestre de 2012.
Está claro que ninguna compañía puede soportar ese ritmo descendente tan pronunciado. Los analistas estiman que si la situación de Nokia no mejora drásticamente, en menos de dos años podrían ir directo a la bancarrota.
Para colmo, las cosas no pintan nada bien a nivel de ventas ya que la tan esperada línea Lumia, que supuestamente podría sacar a la empresa de los números rojos, tuvo una recepción demasiado tibia por parte del público y de las propias telcos. Dado que Nokia no ha sido capaz de competir hasta el momento tecnológicamente con los demás fabricantes a pesar de su alianza con Microsoft, se han dedicado a la desesperada alternativa de ingresar en la odiosa guerra de patentes; un recurso que tal vez pueda traerles un poco de dinero pero nada de simpatía.
Ojalá que los laureles de Nokia puedan reverdecer pronto, porque está pasando por el momento más difícil de su historia.