El presidente de España, Pedro Sanchez, ha presentado en el foro de Davos una serie de medidas para controlar los efectos negativos de las redes sociales. Según apunta el mandatario, espacios tales como X, TikTok y Facebook ponen en riesgo la salud mental de las personas así como también la democracia,
Sanchez incluso comparó a las redes sociales con los oceános, señalando que son un recurso de la humanidad que debe ser protegido y manejado. Lo dicho suena extraño. Bien puede ser válido para Internet, en su conjunto como medio de comunicación. Pero las redes sociales son simplemente plataformas privadas.
El plan de Sanchez tiene tres puntos.
El primer punto es terminar con el anonimato. Esto implica que cada usuario debe tener un pseudónimo asociado a una identidad real. En el contexto europeo esto se realizará a través de la billetera digital europea. La idea es que en caso de un delito las autoridades sean capaces de identificar al responsable a través del pseudónimo que emplea. Sanchez argumenta que el anonimato permite la desinformación, el discurso del miedo y al acoso digital.
Este es el punto más problemático, dado que el anonimato en muchos casos le permite a los disidentes políticos, periodistas y minorías expresarse sin temor a las represalias. No es un tema con una solución sencilla.
El segundo punto es exigir un mayor nivel de transparencia sobre los algoritmos empleados. Este aspecto es en gran medida solo un refuerzo de regulaciones que ya existen en Europa al respecto. Las empresas a menudo señalan que tal cuestión supone una intromisión en sus secretos comerciales. Pero existe bastante acuerdo en Europa, Estados Unidos y otros países que la necesidad de transparencia se impone.
El tercer punto es hacer que los CEO sean considerados responsables por las ocasiones en las que las empresas no se ajusten a las normativas. En este caso todo depende del detalle, la premisa en general no es mala. De hecho supone extender las mismas condiciones de responsabilidad que aplican en otras industrias.
