La semana pasada Neuralink informó que algunos de los cables instalados en el cerebro de su primer paciente se habían retraído. Al producirse este movimiento, los electrodos que toman las señales del cerebro dejaron de estar en la posición adecuada.
La empresa sabía
La agencia de noticias Reuters ha señalado que 5 empleados de la compañía le informaron que la posibilidad de que algo así ocurriera era conocida desde hace años. Ya había sucedido durante las pruebas con animales. Sin embargo, esta situación había sido considerada como un riesgo menor que no exigía un cambio en el diseño.
La Administración de Alimentos y Medicamentos, encargada de regular a este tipo de productos para la salud, no ha aclarado si tenía o no conocimiento sobre esta debilidad en el sistema. Pero dado que había recibido los datos de las pruebas con animales es muy probable que estuviera al tanto.
Una cuestión de diseño
Aunque la disminución en los receptores es un problema, al parecer el implante sigue funcionando. Neuralink señaló que pudo compensar lo ocurrido luego de modificar el algoritmo para que sea más sensible. Sin embargo, si el problema se agravara podría comprometer de forma definitiva la capacidad del dispositivo.
Los cables del implante son más finos que el cabello humano y no están anclados al cerebro. Aunque esto facilita la retracción también permite la remoción del implante sin producir daño alguno. En este sentido, dado que a pesar de haber sido implantado en un cerebro humano todavía está en una etapa de pruebas, el sistema parece ser el mejor de estas dos opciones.
Una fácil remoción es necesaria para poder actualizar el implante a medida que la tecnología mejora.
El primer implante en un ser humano se realizó en enero, y en marzo pudimos ver algunos de los resultados. Y como el dispositivo le ha cambiado la vida a Notaln Arbaugh.
Hay mucho para criticarle a Neuralink, pero es difícil imaginar que este tipo de tecnología se desarrolle sin riesgo. Lo importante es que los voluntarios estén bien informados.
