La producción de la nueva película de la reconocida saga de James Bond, el espía británico, se encontró con un problema: quería recrear la destrucción de un automóvil que fue usado hace 50 años en Goldfinger y Thunderball (conocida como “Operación trueno” en español) sin usar efectos generados por computadora.
El problema es que se trataba del hermoso Aston Martin DB5, un clásico deportivo de los años sesentas que, en realidad, no valía la pena destruir.
En el último film, Skyfall, este precioso auto es destruido en miles de pedazos durante alguna secuencia de acción. No obstante, todos los que sabemos apreciar la belleza automotriz podremos estar tranquilos, ya que lo que en realidad se destruye son réplicas hechas a escala 1:3 y generadas en una impresora 3D de grandes dimensiones.
La encargada del delicado trabajo fue la empresa Voxeljet, que utilizó su impresora VX4000 3D (que alberga 283 pies cúbicos de capacidad) para crear los tres modelos a escala utilizados en la filmación. Y al menos uno de estos tres modelos ya habría sido destruido.
Por otra parte, para poder utilizar las diferentes partes del automóvil que necesitaran ser operativas, tales como puertas, capó o baúl, los constructores generaron las réplicas con 18 componentes diferentes. Luego de fabricarlas, las piezas fueron enviadas a Londres, a Propshop Modelmakers para ser ensambladas, cromadas, laqueadas y acabadas para que el resultado fuera exactamente igual al original.
No se conoce el valor real de estas réplicas hechas para la película, pero uno de estos automóviles fue subastado por 100 mil dólares. Finalmente, Voxeljet destacó que el encargue de estos modelos no solamente abrió nuevas puertas a la compañía, sino que la iniciativa puede comenzar a ser imitada por otros directores y productores de cine, que podrían comenzar a elegir las impresiones 3D en lugar de las animaciones 3D, para obtener a fin de obtener escenas más realistas.