En 2020 un grupo de científicos de las universidades de Vermont, Harvard y Tufts presentaron a los xenobots. Unos robots biológicos capaces de dirigirse a objetivos específicos y regenerarse cuando son cortados.
Se los clasificó como organismos vivos programables. No eran máquinas como las conocemos, pero tampoco encajaban en las categorías de los animales que normalmente manejamos.
Las células utilizadas en los xeonobots son las que normalmente se desarrollan como la piel del animal y suelen ubicarse en el exterior de los renacuajos.
Aunque se los había diseñado por computadora el armado de cada uno se había realizado a mano, por lo que podía considerárselos también una artesanía.
Una nueva generación
Hacer robots biológicos a mano es una tarea ardua. ¿No sería genial que alguien más se encargase de esa tarea? ¿Quizás un robot? ¿Tal vez el mismo robot?
Los xenobots de la nueva generación poseen una cualidad destacable, son autoreplicantes. Son las primeras máquinas biológicas con esta capacidad.
La vida diaria del xenobot 3.0 es similar a la de sus predecesores. Ir de un lado a otro recolectando células. Pero una vez que tiene una buena cantidad en su “boca” las comprime y organiza para crear un “bebe” xenobot.
Estos nuevos xenobots son capaces de moverse por si mismos e iniciar el ciclo reproductivo de sus predecesores.
Un nuevo método
Para conseguir su objetivo los diseñadores de los xenobots hicieron que una inteligencia artificial probara varios diseños. Al final, fue uno con la forma del protagonista del juego Pacman el que demostró su eficacia. Simple como parece, esta forma sorprendió a los científicos.
El ensamblado de los xenobots también supone un nuevo método de reproducción para un ser vivo. Quizás no el más interesante y entretenido, pero aún así destacable.
