No es la primera vez que se realiza un trabajo como este, sin embargo, existe una particularidad que lo destaca. El tejido contiene el equivalente a lo ligamentos del ser humano, en una capa debajo de la piel. Esto permite que el tejido tenga cierta firmeza, fuerza y flexibilidad.
Pruebas y límites
Para probar el tejido los investigadores lo pusieron sobre el rostro de un robot de unos pocos centímetros de ancho. Los movimientos se realizaron a través de unas varas conectadas a la base de la estructura. También fue pegado a una forma tridimensional similar a la de un rostro humano, pero no pudo moverse. Lo dicho parece indicar que todavía queda un gran camino a recorrer antes de obtener una solución práctica.
Otro aspecto a mejorar es la durabilidad del producto. Dado que no hay un entramado que irrigue con sangre y lleve nutrientes a las células, estas no sobreviven mucho tiempo en el aire.
A todo lo señalado hay que agregar que el tejido no ofrece el sentido del tacto. Pero nuestros señores mecánicos del futuro posiblemente no tendrán interés en sentir dolor.
Robots con rostros humanos
Michio Kawa, uno de los desarrolladores del proyecto, explica que el desarrollo de las IA y otros avances tecnológicos expanden las tareas que se le asignan a los robotos. Las funciones que se exigen a la piel de los robots también están comenzando a cambiar. Con una piel humana los robots podrían comunicarse mejor con los seres humanos.
Si acaso estás pensando si en el futuro un robot acabará con tu vida, te arrancará la piel y se hará pasar por ti, no lo sabemos. Pero es probable.
Industria de los cosméticos
En uno de sus experimentos los científicos lograron replicar la formación de arrugas de expresión en la piel. Esto los ha llevado a señalar que este desarrollo podría ser de gran utilidad para las empresas que producen cosméticos porque les permitiría probar productos destinados a prevenir la formación de arrugas.