Así como Steve Jobs era el visionario detrás de Apple, durante años el encargado de llevar sus ideas al mundo real, con diseños exitosos, minimalistas e inconfundibles, ha sido el londinense Jonathan Ive. Todos los productos estrella de Apple creados luego del regreso de Jobs a Cupertino llevan el sello del británico: el iMac, la iBook, el iPod, el iPhone y el iPad.
En una entrevista otorgada al London Evening Standard, Jonathan Ive (que obtuvo el título honorífico de Sir por sus servicios en el campo del diseño industrial), cuenta algunos de los secretos que llevaron a Apple a marcar el ritmo de la industria, adelantarse a las necesidades de los usuarios y ser mejores que su competencia:
-¿Qué es lo más interesante del proceso creativo?
Lo que amo del proceso creativo, aunque parezca ingenuo, es aquel día en el que no existe ninguna idea, ninguna solución, pero que luego surge al otro día. Lo encuentro increíblemente notable y excitante. La naturaleza de esas ideas es que son muy inspiradoras pero todavía frágiles, son ideas tentativas que todavía no poseen forma.
Luego empezamos a conversar sobre ellas, aunque todavía siguen siendo frágiles. El cambio más dramático se produce cuando dejan de ser ideas abstractas y se convierten en una conversación más material. Pero cuando elaboramos un modelo en 3D, aunque sea en bruto, el proceso entero cambia y empieza a resultar claro y concreto para un gran grupo de gente.
-¿Cuáles son los objetivos de Apple al encarar el desarrollo de un nuevo producto?
-Nuestros objetivos siempre fueron muy simples: crear más y mejores productos. Si no podemos hacer un producto mejor, entonces no lo hacemos.
-¿Por qué la competencia de Apple se esfuerza tanto para alcanzarlos?
-La mayor parte de nuestros competidores están interesados en hacer algo completamente distinto, o que parezca novedoso. Creo que esos objetivos están totalmente equivocados. Un producto tiene que ser genuinamente superior. Eso requiere de una verdadera disciplina, y eso es lo que nos impulsa: un verdadero deseo por hacer algo mejor. Los diseños de comité típicos de otras corporaciones simplemente no funcionan. Mostrarse diferente no es una cuestión de precio, fecha de lanzamiento o extrañas campañas de marketing. Esos son objetivos corporativos que demuestran un gran desprecio por la gente que usa sus productos.
-¿La creación de productos como el iPod fue debido al interés en resolver un problema?
-Son diferentes puntos de vista. A veces uno encuentra cosas tan irritantes que decide hacer algo para mejorarlas, lo que resulta algo práctico pero no muy desafiante. Lo bueno es cuando nos sentimos intrigados por una oportunidad. Eso es lo que realmente pone a prueba la capacidad de un diseñador. Es un problema que nadie se había planteado antes, por el que nadie había sentido necesidad. Pero empezamos a hacernos preguntas: ¿si combinamos esto con aquello otro, resultará útil? Estas preguntas generan oportunidades que modifican líneas enteras de productos. Este es el verdadero desafío.
-¿Qué fue lo que llevó a la creación de nuevos productos dentro de Apple?
-Si ponemos como ejemplo al iPod, al iPhone o al iPad, nos concentramos en una atención casi fanática a los detalles. Encontrarnos con algún problema y dedicarnos a resolverlo es críticamente importante, ya que eso define la experiencia del usuario día a día, hasta minuto a minuto. Y no hacemos focus groups porque nos parece injusto pedirle hoy una opinión a alguien sobre un producto que cambiará su futuro y todavía no sabe cómo.
-¿A los consumidores realmente les importa un buen diseño?
-Algo que aprendimos a lo largo de más de 20 años es que a la gente le cuesta explicar por qué le gusta una determinada cosa. Pero los consumidores son muy exigentes, y perciben cuándo una empresa pone énfasis en el diseño y en la calidad y cuándo le interesa solamente ganar dinero a base de cinismo.
Pienso que la conexión emocional que tiene la gente con nuestros productos es porque se dan cuenta de nuestro esmero, y la cantidad de tiempo y trabajo que dedicamos para crearlos.