hubo una época en la que el software se adquiría a través de un medio físico, y era indudablemente un producto. Hoy en día el software se descarga y recibe actualizaciones cada cierto tiempo. Esto tiene muchas ventajas técnicas, pero ha dado lugar al modelo de software como servicio, en el que el consumidor nunca es dueño definitivo de nada.
Sin embargo, hay ciertos productos que tiene un software incorporado que queda de forma definitiva como parte de la compra. Los programas de los lavarropas por dar un ejemplo.
La cocina y la aplicación
Anova es una empresa que que vende sistemas de cocina al vacío. En 2014 desarrolló una aplicación de compañía gratuita para manejar los dispositivos. El software permite, dependiendo del modelo, acceder a guías de cocina, ver y compartir recetas, revisar el proceso de cocción y recibir notificaciones vinculadas a la elaboración de los alimentos.
Cambio de planes y condiciones
Ahora la empresa ha anunciado que a partir del 21 de agosto, quienes descarguen la aplicación quedarán sujetos a un sistema de suscripción (USD 2 por mes). Los usuarios anteriores quedarán a salvo. Adicionalmente, todos deberán crear una cuenta. La suscripción es presentada como necesaria para mantener la calidad del servicio.
Esta decisión se suma al anuncio de que los usuarios ya no podrán controlar sus dispositivos vía bluetooth a partir de septiembre de 2025. Solo quedará disponible la conectividad wifi.
Lo ocurrido no está tan lejos de una compañía cobrando una suscripción por el funcionamiento del control remoto del televisor. Y así parecen sentirlo los usuarios, que han manifestado su indignación y prometido abandonar la línea de productos y nunca recomendarla.
Lamentablemente este hecho es parte de una tendencia con la que tendremos que aprender a vivir. Con algo de suerte, no será el modelo predominante.
