FireDrive se lo puede criticar por no ofrecer soporte local, lo cual impide una sincronización offline y un trabajo en tiempo real con los archivos al estilo Google Drive, y también por su capacidad de 50 GB. Sin embargo, tiene una cantidad enorme de funciones sociales y colaborativas que ninguno de sus competidores ofrece. Por empezar, su carácter web y su interfaz adaptativa le permite funcionar sin problemas sobre cualquier dispositivo en cualquier plataforma. También permite agregar contraseñas a cualquier archivo y luego eliminarlas, lo que nos ahorra volver a subir el contenido.
De hecho, esta lógica de contenido único recorre todo el servicio: podemos activar o desactivar el sharing para un archivo cuando queramos y, además, podemos elegir con quién compartirlo… o con quiénes, porque también es posible armar grupos de modo de poner material a disposición de amigos, colegas o alumnos. Podremos siempre chatear con los grupos y llevar un control estricto de qué hizo cada miembro.
Además, es posible crear contenedores (“filedrops”, en el mundo FileDrive) que incrustaremos en blogs y websites. Estos contenedores permitirán a los usuarios subir sus propios archivos, con lo cual nos permitirán resolver –por caso– la entrega de un examen final o de un avance de proyecto. Otro extra interesante es la posibilidad de crear un perfil público, en el que podremos publicar material público. Así, podremos compartir con el mundo nuestras producciones: entre otras cosas FileDrive permite streaming en HD, así que si queremos publicar un video que exceda las condiciones de YouTube –en cuanto a duración, por ejemplo– tenemos aquí una solución posible.
Por último, vale la pena aprovecharse del carácter extremadamente social del servicio.
Como ningún otro, FireDrive permite compartir con un clic nuestros archivos en Facebook, Twitter y cualquiera de las demás redes sociales compatibles.