Esto es una mejora interesante y tiene un buen efecto. Primero, al notar todas las secciones, hoy Windows 10 nos hace creer que es mucho más personalizable –cosa que probablemente sea cierta–, aunque en detrimento de la cantidad de opciones que dentro de cada sección que se hace presente. También, nos ilusiona con que en futuras actualizaciones las posibilidades vayan creciendo y engrosando el listado.
Si vemos lo que hoy nos ofrece, lo más destacado es una vista previa que nos ahorra un poco la tarea de ir viendo qué tal queda, minimizando y probando.
Básicamente tenemos tres opciones con las que decorar nuestro fondo de escritorio: por medio de una imagen fija, un color sólido, o una secuencia de imágenes. La primera es la tradicional, en donde nos será posible elegir el encaje con nuestra resolución, algunas precargadas por Windows, o el archivo que queremos dejar, manualmente. La segunda opción, más austera en recursos, simplemente nos permitirá tomar un color predefinido de una lista y fijarlo. Nada más.
La más interesante es la chance de Presentación. Nos da la posibilidad de elegir una secuencia de imágenes local, así como la frecuencia de cambio, aunque prefijada por cuestiones que sólo Microsoft sabe, en lugar de dejarnos establecer a nosotros los intervalos. Esto nos permite bajar miles de fotos de gatitos, ponerlas en una carpeta, e iterar entre ellas cada determinado tiempo. Como si esto fuera poco, también es posible indicar si queremos que con batería esto se desactive –ya que, según sospechamos, consumirá más recursos de lo que imaginamos–, y elegir si el orden será aleatorio o alfabético.