El problema es uno de los que pueden verificarse sobre todo en equipos que tienen copias de Windows 8.1 con activaciones de licencias por volumen. Como, por ejemplo, las que vienen preinstaladas en equipos de marcas reconocidas. En algunos casos el proceso se resuelve cancelando la descarga y volviendo a comenzar, pero dado el peso del instalador el proceso se vuelve tedioso y molesto.
La mejor solución que hemos conseguido para los casos en los que no es posible instalar de una vez la actualización de Windows 10 –los problemas pueden variar: a veces se descarga el instalador pero no es posible aplicar el paquete, por ejemplo, o la instalación se completa pero directamente falla– es descargar manualmente el instalador, crear una copia local de los medios e instalar manualmente la actualización. Para ello debemos, en primer lugar, instalar todas las actualizaciones disponibles.
En este caso, vamos primero a cancelar la descarga de Windows 10, para luego permitir la instalación de las actualizaciones en cola. Una vez hecho esto habrá que descargar la herramienta de creación de medios desde este link y ejecutarla. En la ventana de diálogo [¿Qué desea hacer?] seleccionaremos [Crear un medio de instalación para otro PC], y esperaremos a que termine la descarga de 3,5 GB que no puede ser reanudada, por lo que debemos asegurarnos de contar con una conexión estable y suficiente batería para poder terminar. Una vez creado el archivo de instalación podremos ejecutarlo en el equipo a actualizar e instalar sin problemas.
Debemos tener cuidado con la selección de la versión: si elegimos una versión que no es actualizable desde la nuestra recibiremos un error inesperado sobre el final del proceso y nos ganaremos un buen enojo. En este link está la lista de equivalencias, así que una buena idea sería consultarla con antelación. Así, finalmente, podremos llevarnos de mil maravillas con Windows 10.