Las tareas de mantenimiento automático de Windows 8 y superiores son insoportables. Así, sin más. El sistema reinicia el equipo cuando sea que lo considera necesario sin importar que el usuario esté haciendo (o descargando) algo, y para colmo de males los procesos de instalación en segundo plano consumen una cantidad decididamente desmesurada de recursos. Tan desmesurada que un equipo promedio –procesador dual core con 3 GB de memoria RAM, por caso– queda casi inutilizable si la instalación y la descarga de actualizaciones ocurren, como comúnmente lo hacen, a la vez.
Para colmo de males, al enorme grupo de tareas de mantenimiento previstas –instalaciones y descarga de actualizaciones, defragmentación, limpieza en general– se le suma un conjunto de tareas no documentadas llamado mantenimiento automático. Este mantenimiento es el único que solo se ejecuta si realmente el equipo está en reposo, por lo que en la mayoría de los casos no se realiza. Por defecto, por ejemplo, está configurado para ejecutarse los martes a las 3 AM, luego de que el equipo esté sin usarse por una hora, lo cual solo se aplica a computadoras de escritorio que queden prendidas de noche en oficinas que trabajan de día. Absurdo.
Pero el mantenimiento automático, paradójicamente, es de las tareas programadas que más positivamente influyen en el rendimiento general del equipo, por lo que es una mala idea no preocuparnos porque no pueda completarse. Para ejecutarlo, entonces, abriremos el Centro de actividades o su icono en el área de notificación de la barra de tareas y haremos clic en el botón [Realizar análisis programado]. Es verdad que el proceso toma un buen tiempo, pero el esfuerzo vale.