Demora en el arranque del sistema operativo: la mayoría de los malware se inician junto a Windows.
Disminución en el rendimiento: los malware consumen recursos del sistema, por lo que notaremos una ralentización en todas las actividades que se lleven a cabo.
Aplicaciones instaladas dejan de funcionar correctamente: puede que el malware instale o elimine componentes que afectan negativamente a los otros programas.
Desaparecen carpetas y/o se desactivan funciones: cuando el malware intenta ocultar su presencia algunas carpetas dejan de estar visibles y/o acciones de ciertos menús desaparecen. Hasta puede suceder que se deshabiliten el administrador de tareas, el firewall y las soluciones antimalware instaladas.
Aparecen archivos inesperados: los malware suelen realizar copias de sí mismos en un sistema infectado.
Disminución del ancho de banda de conexión a Internet: puede notarse cierta demora al navegar por sitios web.