Este fin de semana, Uber vendió sus operaciones en el sudeste asiático a su competidora Grab a cambio de una participación del 27.5 por ciento en la compañía y un posición para su CEO, Dara Khosrowshahi, en la mesa de directores. La app de Uber seguirá funcionando en la región durante las próximas dos semanas, mientras que el servicio UberEats seguirá activo hasta finales de mayo.
Esta venta se produce a menos de dos años de que la firma estadounidense se uniera a su rival china, Didi Chuxing, y solo unos meses después de una fusión similar con Yandek en Rusia. En los tres casos, el patrón es el mismo: Uber está cediendo a competir por el control del área a cambio de una parte del éxito de su competidor, permitiéndole beneficiarse de lo que de otro modo hubiera sido una batalla perdida. En el caso de Grab, la situación era todavía más intrincada, ya que Didi es uno de sus principales inversores, por lo que la firma de Khosrowshahi tenía que competir indirectamente contra su propio socio.
Existe otro motivo para que Uber realice estos movimientos en el mercado. La empresa no para de perder dinero trimestre tras trimestre y ha dependido en exceso de las rondas de financiación para seguir funcionando. Si bien estos acuerdo pueden parecer a simple vista golpes al orgullo de Uber, a largo plazo deberían ser cruciales para obtener ganancias y enderezar el rumbo.
Vía: Engadget