Las Nasa le ha encargado a SpaceX un rol fundamental en la destrucción de la Estación Espacial Internacional. No es algo que vaya a suceder durante las próximas semanas, pero tampoco es un destino tan lejano en el tiempo.
La estación espacial ha sido construida y operada por varios países. Rusia, las naciones de la agencia europea, Estados Unidos, Canadá y Japón se han encargado de mantener las secciones que la componen. A pesar de los conflictos e intereses encontrados en nuestro planeta, este espacio no tan lejano ha sido un punto de unión. Miles de experimentos se han realizado en sus instalaciones desde el año 2000.
Lamentablemente parece que una era ha llegado a su fin, siendo 2030 el año clave.
Al océano
SpaceX ha recibido unos USD 843 millones para deshacerse de la estructura. Para tal fin la empresa construirá un vehículo capaz de empujar a la estación hacia la atmósfera terrestre. Una vez allí debería destruirse de forma natural.
La idea es que los restos de la estación caigan sobre el océano, lejos de las áreas pobladas. La nave de SpaceX compartirá este destino. Es importante notar que la operación estará en manos de la NASA.
En el futuro
La agencia ha señalado que en el futuro utilizará las estaciones desarrolladas por empresas privadas. Tales como SpaceX de Elon Musk o Blue Origin de Jeff Bezos. Es probable que esta decisión en parte esté impulsada por los costos de mantenimiento. La Estación Espacial Internacional acumulará, según la agencia espacial europea, un costo de EUR 100 mil millones durante sus 30 años de actividad. También puede que la experiencia de cooperar con otros países no haya sido siempre placentera.
Lo cierto es que la estación ha sufrido muchos problemas técnicos durante los últimos años, aunque sus logros y la experiencia que ha brindado son invaluables.