El Acta para la Inteligencia Artificial de la Unión Europea ha entrado en efecto este lunes. Lo dicho supone que las empresas que operen en la región deben cumplir con ciertas pautas y limitaciones o sufrir las consecuencias.
Las IA prohibidas
En el acta se señalan que ciertas aplicaciones suponen un riesgo inaceptable para los ciudadanos. Entre los sistemas prohibidos están los de puntaje social. Como los que se implementan en China.
Otras opciones inadmisibles son los sistemas de identificación biométrica, como los que reconocen los rostros. En particular se intenta evitar la clasificación por raza, sexo, orientación sexual y otros atributos. Estos mecanismos han sido probados en Europa pero nunca a gran escala. Las experiencias piloto han demostrado que son poco confiables.
Las IA de carácter manipulativo también están prohibidas.
Las compañías que no cumplan con las normas recibirán multas de hasta EUR 35 millones o el 7% de sus ingresos globales. Se toma la cifra que sea mayor.
Regulación de productos
Las autoridades europeas han señalado que el acta no es perfecta y actúa como un sistema de regulación de productos. Por tanto está sujeta a cambios y actualizaciones según la realidad de la industria lo exija. Además, el ajuste a la ley también dependerá en gran medida del modo en que se adopte el acta en cada país miembro de la unión.
En Europa muchos creen que el foco en la regulación es el correcto, porque le permite a los países tener las IA más seguras y confiables. Pero otros piensan que existe el riesgo de limitar la innovación.