Soy un hombre de Windows 7. Llámenme conservador, pero me siento mucho más cómodo navegando las aguas tranquilas del “Windows clásico”, y no en ese río turbio de mosaicos y live tiles que es Windows 8. Necesito el botón de inicio, mis íconos en el escritorio y mi panel de notificaciones, aunque sea solo para saber si puedo desenchufar con seguridad una unidad USB.
Windows 10 tiene todo eso. Y más.
Que quede claro, no aborrezco Windows 8; por el contrario, siempre lo encontré agradable e intuitivo en tablets o dispositivos híbridos, ya que su diseño invita al usuario a prescindir de periféricos y valerse únicamente por sus manos. El problema es que, en el uso diario, ya sea trabajando o en pleno ocio, necesitaba (y sigo necesitando) el estilo clásico de Windows, con sus pros y sus contras, pero perfectamente adaptado a ese dispositivo en constante evolución al que llamamos computadora.
El Imperio Contraataca
Con cada nuevo lanzamiento, Microsoft repite la misma y trillada frase “el mejor Windows hasta la fecha” y, por primera vez en muchos años, habrá que darles 100% la razón. Windows 10 es el resultado de una profunda autocrítica por parte del gigante de Redmond. Es un producto concebido desde cero tomando en cuenta todos los errores cometidos con W8 y todos los aciertos de W7, sumado a ello el valiosísimo aporte de todos los “insiders” que han testeado las distintas builds del sistema operativo durante el último año. Este último punto es, tal vez, el más importante, ya que – como nunca en su historia – Microsoft trabajó codo a codo con los propios usuarios para pulir cada detalle, alimentándose del valioso feedback que sólo un verdadero consumidor puede aportar.
El mensaje de Satya Nadella y los suyos parece ser: “Ok, lo sabemos. Windows 8 no fue lo que ustedes esperaban, ni lo que nosotros mismos esperábamos. Cometimos errores y por eso volvimos a empezar de cero”. Es verdad que W8 no llega al nivel de un Windows Vista o un Windows ME (siento escalofríos de sólo nombrarlos), pero sus críticas son tan grandes como lo fueron los excesivos bombos y platillos con los que fue presentado.
¿En qué falló Windows 8? Existe múltiples factores que pueden explicar su “fracaso”. Mi teoría (por supuesto, existen otras) es que Microsoft no supo distinguir el camino que iba a tomar la PC en los años siguientes. En plena explosión del universo Smartphone, con iOS y Android a la cabeza, la firma fundada por Bill Gates no quiso quedar fuera de la onda expansiva y presentó una plataforma que se preparaba para lo que se vislumbraba como inevitable: la evolución de las PCs hacia un formato estilo tablet, empujado por el uso mismo que le darían los usuarios. Esto, claramente, no sucedió.
En esencia, el uso de la PC siguió siendo el mismo por parte de los usuarios, y si bien evolucionó hacia formatos touch más intuitivos, no se alejó demasiado de sus fuentes. Ante este panorama, fueron muchos los que encontraron incómoda la interface de W8, ya que obligaba al usuario a realizar acciones con las que no se encontraba comodo, sobre todo a la hora de dar órdenes mediante periféricos.
Windows 10 aprende de esos pasos en falso, ofreciente una interface de uso mucho más amigable que la de su antecesor pero, al mismo tiempo, muy mejorada con respecto a lo que podía encontrarse en W7.
¿Qué hay de nuevo?
Lo primero y principal es la vuelta del menú inicio como un elemento central en la experiencia de uso del sistema operativo. La principal diferencia respecto a versiones anteriores es la inclusión de mosaicos, que en esta nueva encarnación cobran mucha más relevancia. En concreto, toma lo mejor de W7 y W8 y los combina en un solo elemento, en lugar de cambiar completamente la interface, como ocurría en W8.1.
El menú posee además la particularidad de ser completamente customizable, por lo que podemos ubicar las Apps más usadas en la sección de mosaicos o agruparlas en diferentes categorías. Para los puristas, también se encuentra el acceso “clásico” a las Apps en la parte izquierda del menú inicio e, incluso, vuelve a ubicarse en esta sección el control de apagado/ reinicio. Vale destacar que para los hardcore fans de W8, existe la posibilidad de utilizar los mosaicos por defecto, activando el “modo tableta”.
La navegación dentro del sistema también mejoró notablemente, ya que Microsoft decidió prescindir de las incomodas solapas laterales para acceder a distintas opciones dentro de la plataforma. Ahora, al deslizar el dedo desde el borde derecho de la pantalla, se accede al flamante centro de notificaciones. Este ítem es uno de los que más ha sido influenciado por las plataformas móviles, ya que además de la configuración básica (encender y apagar las conexiones inalámbricas, controlar el brillo, habilitar el modo avión, ect.), muestra notificaciones de redes sociales, correos y otros avisos de importancia. Para todos nosotros, acostumbrados al lenguaje de los smartphones y tablets, resulta agradablemente familiar.
La ventana de configuración ha recibido un lavado de cara. Funciona como un panel de control simplificado, permitiendo controlar todos los parámetros del dispositivo de manera rápida y sencilla. Para acceder a esta característica solo hay que ingresar al centro de notificaciones y pulsar el botón correspondiente.
Windows 10 también ha incluido una renovada vista de tareas, que convierte al sistema en un servicio verdaderamente multitasking. Esta característica permite ver todas las aplicaciones abiertas e, incluso, crear escritorios virtuales para agrupar de manera más eficiente las herramientas que se estén utilizando. Otro agregado es la posibilidad de acomodar hasta cuatro aplicaciones en simultáneo en una misma pantalla, gracias al carácter responsivo de las mismas (las apps incluidas por defecto en W10 ya poseen esta característica).
Esta última característica forma parte de lo que la empresa ha denominado “Continuum”, es decir, la posibilidad de adaptar W10 a cualquier dispositivo y pantalla. Según Microsoft las apps pueden ser ejecutadas incluso en pantallas 8K. Además, agrega el ya citado “modo tableta”, para que utilizarlo de manera táctil sea mucho más cómodo.
¿Y Cortana?
Mucho se habló sobre Cortana, el asistente virtual que promete superar en muchos aspectos a Siri y Google Now. Lamentablemente, no estará disponible en Argentina en el lanzamiento de Windows 10, y solo podrá ser utilizado para los que tengan configurado el sistema operativo en los países en donde esté habilitado el servicio. Esta es, tal vez, la gran contra del sistema operativo, ya que lo utilicé en inglés y es realmente interesante. Como ya se sabe, la plataforma funciona de manera contextual, aprendiendo sobre los usos y costumbres del usuario. La interacción es muy natural y ofrece vinculación con todo el universo Microsoft. Se puede realizar una pregunta, dar una orden, y Cortana siempre responderá con llamativa eficacia. Lamentablemente, habrá que esperar, estimo, hasta 2016 para ver una versión adaptada al mercado latinoamericano.
Edge, ¿El Chrome-killer?
El nombre “Internet Explorer” poseía una carga peyorativa imposible de sostener, por lo que en Redmond decidieron hacer borrón y cuenta nueva. Después de 20 años dijo adiós al histórico y controvertido navegador (todavía sigue vivo en W10, pero algo escondido, reservado para nostálgicos tal vez) para dar paso al nuevo hijo pródigo, el flamante Edge.
¿Qué tan bueno es? Se puede decir que su potencial es inmenso, ya que estéticamente es minimalista, cómodo en su interface y, sobre todo, consume muchos menos recursos que sus rivales. De nuevo, Microsoft aprendió de sus errores y diseñó un browser a la medida de sus usuarios, quitando todo aquello que era obsoleto o innecesario.
Entre sus principales características se enumeran el botón de OneNote, que permite compartir en redes sociales un link seleccionado con un solo click, la herramienta para escribir sobre una página y enviar el material a un contacto; o el modo lectura, que ya existe en Safari, y permite quitar todos los ornamentos de una página para dejar únicamente el texto.
¿Cuál es la perla negra de Edge? La falta de extensiones, algo comprensible ya que se trata de un navegador novísimo. Una vez que los desarrolladores empiecen a trabajar en él, su potencia se multiplicará exponencialmente.
Otro punto a mejorar es su pantalla de inicio, ya que por defecto incluye un launcher de noticias algo engorroso, el cual puede quitarse siguiendo un número de pasos por demás molestos.
¡DEVELOPERS! ¡DEVELOPERS!
Windows 10 es la obra definitiva de Microsoft, el sistema transformado en servicio que atravesará todos los dispositivos, desde los Wearables y el Internet de las cosas a pantallas kilométricas. Los desarrolladores tienen la promesa de poder crear sus aplicaciones y transportarlas fácilmente a cualquier soporte que deseen, por lo que la posibilidad de encarar un proyecto en Windows luce más prometedor que nunca.
La expectativa es alta, por lo que habrá que ver cuál es la respuesta de los developers de ahora en más. Actualmente, al abrir el store de Windows 10, unificado con todas las plataformas, pueden encontrarse miles de apps disponibles para su descarga, incluyendo muchas de las más populares (Facebook, Twitter, Netflix o Flipboard, por citar solo algunas). Teniendo en cuenta el plan de expansión encarado por Microsoft con W10, es de esperar que el catálogo de app crezca de manera abrupta en los próximos meses; pero repito, dependerá de cuan “tentados” estén los developers.
Vale hacer también un repaso por algunas de las aplicaciones predeterminadas del sistema. Mapas, Correo y Calendario son tres gratas sorpresas de Windows 10, las dos últimas incluso se vinculan perfectamente con Google, por lo que el centro de notificaciones nos avisará de un nuevo correo o de algún evento marcado en la agenda.
Xbox también tiene su app y será especialmente valorada por aquellos que tengan en su living una Xbox One. La plataforma permite compartir contenidos con otros usuarios, hacer streaming de la consola a la PC, grabar hasta dos horas de partidas y guardar capturas de pantalla en One Drive. Todos puntos a favor a la hora de volver la experiencia gamer aún más multimedia y social.
Por último, Office funciona como un elemento más del sistema operativo, y no como un paquete instalado sobre él. Word, Excel, Outlook y PowerPoint han sido diseñadas desde cero para funcionar de manera óptima en Windows 10 y se adaptan, como el resto del soft, a todo tipo de pantallas. La suite ofimática vendrá instalada por default y de manera gratuita en teléfonos y tablets, y estarán disponibles para descargar desde la Tienda Windows en el resto de los dispositivos.
Entonces ¿Actualizo mi PC a Windows 10?
Este pantallazo rápido por las principales innovaciones de Windows 10 debería tener un veredicto. Sin dudas, todos los usuarios que puedan acceder a la actualización gratuita deberían animarse y descargarla, pero vale hacer antes ciertas aclaraciones.
En primer lugar, si disponen de más de un equipo, realicen la actualización en aquel que consideren secundario. No por algún tipo de peligro inminente, sino que será más cómodo para “jugar con el sistema” y familiarizarse con él. Además, una vez hecha la instalación se dispone de un mes para volver al SO anterior, ya que durante el proceso de actualización se guarda la configuración y archivos del usuario para facilitar esta acción.
Windows 10 no es perfecto, por lo que todavía existen algunos bugs menores por solucionar. A no preocuparse, no son nada graves, alguna ventana que no se extiende, alguna app que no funciona correctamente en determinados momentos, pero no mucho más. Eso sí, suelen ser molestas, por lo que aquellos que suelan tener poca paciencia con este tipo de problemas, mejor esperar a que se lance el primer parche. De todas maneras, no hay que dormirse en los laureles, ya que la actualización gratuita estará disponible durante un año, a partir del 29 de julio.
Hechas las aclaraciones pertinentes, va la recomendación final: Descárguenlo, úsenlo y disfruten del mejor sistema operativo creado por Microsoft en sus 40 años de historia. Lo cual no es, desde ya, poca cosa.