Microsoft es una empresa conocida por muchas cuestiones, una de ellas, quizás un de las menos favorables, es instalar aplicaciones sin pedir autorización y sin que los usuarios se enteren. Esta práctica puede discutirse cuando hay un elemento de seguridad involucrado o una mejora a una herramienta ya en uso, pero no siempre es así.
La última actualización (KB5005463) del sistema operativo llegó hace unos días. Varios usuarios han advertido que sus dispositivos con Windows 10 han descargado e instalado el programa de chequeo para la instalación de Windows 11.
Anteriormente esta opción debía descargarse por separado para verificar si la computadora en uso era compatible con la nueva versión.
Resistente a tus decisiones
El problema con el programa de diagnóstico es que ni siquiera es absolutamente confiable. Usuarios con computadoras de última generación han sido informados de que no podían realizar la actualización a Windows 11.
Según Microsoft quienes no deseen el PC Health Check pueden simplemente desinstalarlo de sus equipos. Sin embargo también se han reportado casos en los que los sistemas operativos volvían a instalar el programa de forma automática.
En otros casos la desinstalación ha sido imposible dado que el sistema no detectaba la actualización que ya había efectuado.
Windows 11 parece tener muchas características que los usuarios sabrán apreciar. Incluso sus nuevas normas de seguridad, las que han exigido cierto hardware mínimo, llegarán muy probablemente a ser apreciadas en un futuro cercano. Pero el manejo de la transición ha sido mucho menos que adecuado.
